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- La patria es una naranja
Crítica.
Por Luis de la Paz…
Dos puntos geográficos, Cuba, el país natal del autor, y México, la nación de su exilio, conforman La patria es una naranja (Ediciones Iduna/Absalón Editores, Miami, 2010) del escritor cubano Félix Luis Viera (Santa Clara, 1945), un extenso poema de gran aliento (inmenso aliento sostenido), donde el desgarramiento, las definitivas pérdidas, la separación familiar, el choque generacional y cultural, marcan el encuentro (y el desencuentro) del poeta con su destino.
El texto es un muestrario de realidades, muchas de ellas patéticas, dejando al descubierto heridas que no es posible cicatrizar, porque todo resulta muy doloroso e intenso. “Mi hijo una vez se uniformó con el uniforme de la patria/ (es decir, con el uniforme de los soldados de la patria del Tirano)/ y estuvo dispuesto a darlo todo por ella haciendo estallar la pólvora/ hasta la muerte”.
En este libro no hay medias tintas, las secciones están marcadas por una amargura que sólo aquel que ha vivido “momentos claros y oscuros” como diría Zweig, puede entender en su entera dimensión. Hay una aprehensiva acidez en el lenguaje, en la manera diáfana de exponer, un sombrío desaliento, no en la voz del poeta que se crece en sus versos, sino en el hombre consciente de su destino, para no decir su tragedia. La patria es una naranja es, además de un documento poético de gran valía, una importante denuncia social.
Viera se sitúa en sus dos realidades, la cubana y la mexicana, para desarrollar las 80 secciones que tiene su libro, agrupadas en XIII partes. Hacía tiempo que no leía un poema que lograra sostener la energía a lo largo de su extenso recorrido sin decaer en ningún momento. El autor retrata los dos contextos, donde la corrupción, la indiferencia, el hambre, el miedo, la fe, la esperanza y las penurias campean a su antojo. “El Tirano habla habla habla habla/ Y los árboles caen/ Y caen los hombres/ Y caen los pájaros perplejos/ Y caen los pensamientos convertidos en pánico”.
A diferencia de otros poemas cubanos de gran aliento, La patria es una naranja, no es un canto fundacional, no intenta englobar el todo nacional, sino que parte del individuo inmerso en una realidad, de la familia como centro, y a partir de ahí elabora una especie de teoría de la miseria íntima, de mínimo desastre personal —las carencias, la nostalgia, la separación familiar y el peso de la muerte acrecentado por la distancia— y lo expande, lo multiplica.
El poeta le escribe a la familia: “de niño/ mi madre me avisaba sobre la desintegración del porvenir”. Recrea los quince años de su hija: “En varias de las fotos de sus Quince Años/ mi hija aparece con ropas prestadas por sus contemporáneas, quienes/ las habían recibido de allende los océanos”. Lamenta una y otra vez, no haber podido tener una pecera: “Tan pobre hemos sido,/ nunca hemos tenido, por ejemplo, una pecera”. Un libro, que brota del desaliento. Un poema donde el desarraigo es en gran medida, el sostén, el eje conductor de las dolorosas pérdidas que se van sucediendo a lo largo de sus páginas. Un poema grande, necesario en la literatura cubana.
Foto Emmanuel Juárez sobre la escena de La patria es una naranja
Contraportada de La patria es una naranja
Luis de la Paz (La Habana, 1956). Escritor y periodista cubano. Salió de Cuba durante los dramáticos sucesos de la embajada del Perú y el posterior éxodo del Mariel, en 1980. Desde entonces reside en Miami. Fue miembro del consejo de editores de la revista Mariel (1983-1985) y de Nexos (1998-2001) de difusión electrónica. Entre el 2001 y el 2008 edita El ateje, revista de literatura cubana. Fue ganador del Primer Premio del Museo Cubano en la categoría de ensayo, por Dulce María Loynaz, tránsito de una gran dama cubana (1999). Ha publicado los libros de relatos: Un verano incesante (Ediciones Universal, Miami 1996), El otro lado (Ediciones Universal, Miami, 1999) y Tiempo vencido (Editorial Silueta, Miami, 2009), así como la recopilación de textos y documentos Reinaldo Arenas, aunque anochezca (Ediciones Universal, Miami, 2001). Un cuento suyo es recogido en Cuentos desde Miami (Poliedro, Barcelona, 2004) y en Palabras por un joven suicida (Editorial Silueta, Miami, 2006). Es columnista de arte, literatura y crítico literario de Diario Las Américas.
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